domingo, 11 de octubre de 2009

Esta historia va a pedido de una amiga. Lokis!! Por fin la concluí!! Espero que te guste y si no pues mala suerte :P!!… Por mi parte no paré de reírme cuando la empecé.

Sé que te hago ver como una niña la mayoria de las veces, más entre los desplantes amargos que puedo hacer es bueno saber que siempre hay alguien que con su mejor forma de ser no deja de recordar la profundidad de una amistad... YYYYYYYYYYYYYYY aunque lo dicho no tenga nada que ver....salió de la imaginación mal trecha…jajajajaja… È UN PIACERE PARLARE CON TE, SEMPRE... ;)...



Con el pie adolorido alejo los pensamientos del dolor e intento no dormirme con las palabras de Krisell.

Si no le hubiera dicho del accidente en el trabajo, ahora estaría descansando mi sufrimiento en un reconfortante sueño. Sin embargo, el beneficio de todo esto es que volvemos a estar juntas después de mucho tiempo.

Poder conciliar nuestros horarios por lo menos una vez al año para una rápida reunión es algo memorable.
Estos días han sido difíciles para ambas. Mi trabajo y sus estudios nos tienen al límite.

En el espacio suficiente ni siquiera hemos podido mandarnos un mensaje al celular o por lo menos una timbrada en señal de saludo; más por la escasez de un céntimo para ello que por un pequeño tiempo en la rutina.

Por otro lado, hoy, no sé si tenemos suerte o yo tuve la desgracia de tener un mal día que permitió hacer un hueco a como diera lugar, en la ajetreada agenda, para la improvisada reunión.

- ¿Qué te pasa? - Ups... se dió cuenta de los intentos.
- ¿No es obvio? Me duele el pie. - Una salida rápida.
- Quién te manda a meter la pata donde no debes...jajajaja
- No le veo la gracia. - Cómo a ella no se le ha desarmado una banca con gente incluida encima de su pie, le va bien la broma.
- Jajajaja... Lo siento, es que es gracioso... a la próxima no metas la pata...jajajajaja
- Mira lo tarde que es, me duele el pie y ya has hecho más que suficiente, por no decir que tú presencia no me hace ningún beneficio.
- Jajajaja... Mal agradecida, todavía que vengo a verte.
- No pedí que vinieras...
- Estás haciendo berrinches, sabes...
- No es gracioso que te burles. En realidad me duele el maldito pie.
- Solo quería cambiarte de ánimos.
- Pues lo lograste.
- Me refería a alegrarte el día.
- ¿Alguna vez te dije que no me gustan los payasos?
- Vamos, Almi, no comiences con tus gruñidos.
- En serio, ahora lo que quiero es dormir.
- Si quieres me quedo hasta mañana.
- ¿No tienes clases?
- Entiendo la indirecta, pero para tú información, no, tengo descanso. ¿Tú piensas ir a clases mañana?
- También tengo libre. El instituto está de aniversario así que han dado asueto... lo que es un alivio... podré dormir hasta tarde y sentir que el fin de semana no se va como el agua.
- Entonces podremos pasar un rato más juntas.

- Jejeje...- Esa emoción no me está gustando. No es que no me agrade su compañía pero fuera del golpe en el pie, desde que supe que no tendría clases venía planeando un fin tranquilo y solitario.
- Sé leer bien entre líneas y fuera de ellas, así que creo que el día acaba ahora.


Es tan lindo cuando te hacen saber que te conocen apesar de todo. Aún así sé que mis gestos le han causado un poquito de malestar.


- No niego que tenía pensado hacer otras cosas.
- ¿Cómo qué? pasar un día "tranquilo" sola en casa.
- Claro que no...ehmm... Ir al super, la nevera está casi vacía. - A veces no me viene que sepa mis ideas.
- ¿Y piensas ir con el pie así? - Señalando directamente mi adolorido pie.
- Creo que mañana amanecerá mucho mejor. - Mirándolo de todos los ángulos posibles.
- Está decidido, pasaré a casa por algunas cosas y regreso.
- ¿Cómo que regresas?
- Señorita, le aviso de que no se librará de mí tan fácil.
- Eso me lo vienes diciendo desde que nos conocimos y es un milagro que logremos vernos por lo menos media hora.
- El que nos encontremos rara vez no quiere decir que estemos libradas una de la otra.
- Maldita suerte la mía.
- Almi, compartimos la misma frase. A estas alturas ya deberías estar acostumbrada.
- Ya que sales ¿puedes comprarme otras cuatro pastillas para la inflamación? Y de paso para el dolor.
- Claro, para eso estoy aquí. El dinero.
- ¿Tú no tienes?
- ¿Perdón? Te recuerdo que la que trabaja y está enferma eres tú; además recuerda que soy pobre.
- El chantaje de siempre.
- Oyeeee... apiádate de mi bolsillo.
- Eso debería decírtelo yo. Pásame la chaqueta. - Busco algo de dinero y le doy lo suficiente para las pastillas.
- ¿Y para el helado?
- No tengo ganas.
- Pero yo sí... mejor dame la billetera.
- Eyy... - Intentando sin éxito quitársela de las escurridizas manos. - No te aproveches.
- Descuida que no haré más gastos de los que deba. Solo compraré las pastillas y un pote de helado. Por Dios, cómo si no me conocieras.
- Porque te conozco lo digo.
- Exagerada... y para que no hagas alboroto te dejo las tarjetas. Tú quédate tranquila que regreso dentro de poco.
- Gracias. - La forma sarcástica no me ayudaba mucho - Llévate las llaves.
- Ya las tengo.


El golpe de la puerta me hace saber que se ha marchado con mi dinero.

Tomando el mando del televisor, lo enciendo y comienzo el zapeo. Nada. Es viernes y ni siquiera hay una película decente para ver. Creo que tendré la suerte de entretenerme con el sinfín de palabras que encuentra Krisell para no aburrirse con mi parca conversación. No es que esta parte en nuestra amistad sea una molestia, ya que muchas veces es un alivio en mis ganas de hablar, solo que al dolor no quiero excusarlo con alguna cháchara. Digamos que la droga preferida del momento son más las pastillas que su voz.


Joder. Ya va media hora y no regresa. Espero no se traiga más de un pote de helado, recuerde mis pastillas y no se le olviden las llaves en su casa.

Maldita la hora en la que no tengo saldo. ¿Aún tendré mensajes misios? habrá que intentarlo. Con el celular en mano hago la llamada rápida y espero... "Usted no cuenta con saldo en sus cuentas, sírvase recargar su celular"... Listo... ¿Le habrá llegado?...mmmm... Parece que sí. Está llamando.


- Aló, Krisell, ¿dónde estás?

- Ya estoy de camino. Me entretuve en la tienda.

- ¿Compraste las pastillas?

- Casi se me olvidan, ahora voy... Oye, Almi, ¿hay leche en la nevera?

- Sí, creo que aún me queda una caja.

- ¿Cómo que crees?... Compraré unas por si acaso.

- No te olvides de las pastillas.

- A eso voy... Nos vemos luego.

¿Ya habrá algo nuevo en la TV? Asesinatos, robos, accidentes, crisis... nada nuevo en las noticias. Fútbol, no sé por qué siguen haciendo reporte sobre este deporte. Aún piensan que calificarán a un mundial... es más fácil que el monstruo del Lago Nees aparezca y pose para las fotografías con un sombrero de Papá Noel... Qué risa... está buena ésa...y de paso, ridícula.

Ohhhh...Sex and the city... ¿Qué capítulo es?... cuando Charlotte se casa; ésta sí que metió la pata no habiéndole dado chance al novio de probar si funcionaba...jajajajajajaja...

Qué jodienda. No hay nada interesante. Indudablemente hoy me toca escuchar la vida de Krisell...

Hablando de la reina de Roma, esta mujer no pensará llegar. Por favor, que no se le hayan vuelto a olvidar las pastillas.
Parece que ya llegó. Sí, es ella.

- ¡Por fin! ¿Las pastillas?
- Aquí están, aquí están... dije que no me olvidaría.
- Después de que te hice recordar era obvio que no podrías hacerlo.
- Mira qué más compré.
- Te dije que haría mercado mañana.
- Igual tendrás que hacerlo, solo compré lo necesario para hoy y el desayuno.
- Mi vuelto.
- ¿Qué vuelto?... ¿Debería haber traído?... Qué mujer...De los míseros cincuenta que me diste ¿quieres vuelto?
- Para hacerte recordar, yo no te di nada, tú sacaste eso.
- Y debí de haberme llevado las tarjetas. Con las justas me alcanzó.
- ¿Qué? ¿Acaso pensabas comprar la tienda entera?
- Tú y tus exageraciones.
- ¿Conseguiste helado de coco?...- Revisando las bolsas - ¡¿Compraste dos?!

- Sí, uno para ti y el otro para mí.

- Estás loca, sabes que con uno basta.

- Sí, pero no quería que metieras tú cuchara en mi pote.

- Para eso existen los platos.

- Lo mejor del helado es cuando se come directo del embace.

- Olvídalo, mejor tomaré la pastilla.

- ¿Ya te toca?

- No, necesitaré doble dosis, ya me comenzó a doler de nuevo.

- Te hará daño.

- Entonces, Mamá, dame la leche. - Mirándola sacar unos frascos de una de las bolsas - También hay un poco de yogurt en la nevera.

- No sabía que había y también compré.

- Será para mañana entonces.

- ¿Qué hay de interesante? - Mira la TV.

- Para mí nada.

- ¿Sex and the city?

- Ya vi ese capítulo.

- ¿Cuál es?

- Cuando Charlotte se casa y descubre que el marido no funciona.

- Ahhh... ¿Pelis?

- Ninguna. Dan más tarde.

- Krisell, ahora no tengo ganas de ver nada. Quiero dormir.

- Pensaba que haríamos la pijamada que una vez quedamos en hacer.

- ¿No crees que estamos muy grandecitas para eso?
- ¿Quién lo dice, tú?
- Sí, yo. Si quieres podemos intentarlo más no te aseguro quedarme despierta.
- Comeremos helado hasta que nos dé sueño.
- Yo ya lo tengo. Con esto del pie no tengo ánimos de nada.

- ¿Cuándo tienes ánimos tú?

- Mejor no te respondo.

- ¿Ya te vas a dormir?

- Ajá - Ingiriendo una de las pastillas para el dolor.

- ¿Has llamado a tu Mami?

- No. Y no te atrevas a hacerlo.

- No he dicho que lo haría.

- Basta con que se te haya cruzado por la cabeza. No quiero preocuparla, y espero que tú tampoco.

- Por supuesto qué no.

- Vale, voy a dormir...

- Te acompaño. No estaba en mis planes quedarme sola en la sala comiendo helado. Aunque suena más tentador que acompañar tu mal humor.

- Como quieras, yo voy al dormitorio. Me estoy muriendo de sueño.


La noche se fue sin contratiempos. Al parecer Krisell no aguantó mucho tiempo en cama, más si había una tentación muy grande esperándola en la nevera. Confirmado por el pote casi vacío que encontré.

Fuera del pote. A la señorita no la hallo por ningún lado. Un papel pegado en la nevera me hace saber de una visita urgente a su casa. Sin más explicaciones de las necesarias sobre el papel, busco las pastillas y con un buen vaso de leche las incluyo en el solitario desayuno.

Bueno…. a fin de cuentas… parte de mis planes no han cambiado. Sin embargo, es bueno saber que cambian de vez en cuando.


FIN