domingo, 30 de enero de 2011



A horas de partir de una ciudad que distaba de ser especial en mi vida, ya que en ella perdí entre las sombras a mi padre. Un hombre tan desconocido y distante pero cercano y familiar que formó parte del pequeño mundo que me permitió diseñar.
Ahora, tres días después de cumplir un año más con su ausencia, llenar de nuevos escenarios y personajes el baúl que guarda mis recuerdos y compartirlos al lado de mi loca amiga, me pregunto si hice bien en venir, y no necesariamente por mí, sino por ella, cuya ciudad le pertenece más. Sin embargo, el haber hecho mal o no, el permitirnos pasar unos días juntas y ayudarla a regresar a la ciudad que la vio nacer, crecer y partir, fue especial y extraño.
Pero lo importante no ha sido visitar el lugar donde mi padre cerró sus ojos a la eternidad, más fue darme el tiempo de ser parte de sus sueños y poner a prueba su singular memoria, a ese baúl que raramente le permite guardar intactos sus recuerdos. Por ahora solo sé que después de vivir una rara aventura con ella soy capaz de vivirlas una y mil veces así no me alcance la vida; y le agradezco a quien me la haya puesto en mi camino aunque olvidemos el momento en el cual pasó.