miércoles, 8 de diciembre de 2010

Regreso a casa

Un regreso tan esperado que no pensaba sería tan pronto. El entrar al cuarto que tantas veces ocupé con mis hermanas, y el cual vuelvo a compartir, fue tan extraño; ver todo tan igual a como lo había dejado, como si no me hubiera marchado, como si hubiera salido de casa solo para dar una vuelta, una partida con un retorno que ellos tenían tan presente. Ahora puedo decir que viví algo que siempre he visto solo en las películas.
Simplemente se siente tan bien cuando te sientes recibida y te dicen: ¡Bienvenida! Esa bienvenida que no me permitió no dejar de llorar. Recibir el abrazo más fuerte de mi madre y ver su sonrisa llena de felicidad por un retorno anunciado que en su momento me alegré de vaticinar.
Hoy, después de haber pisado nuevamente las tierras que me vieron crecer, en la que aprendí y compartí tantas cosas a medida que mis ojos se hacían a las de una adulta. Hoy puedo decir que me alegra volver a casa con la única mujer que no me traicionará, y que no se negará a brindarme un abrazo o compartir una taza de café en la soledad de las tardes, mi madre. Hoy puedo decirme y repetir: ¡Bienvenida a casa!