martes, 18 de marzo de 2008

Mientras conducia a la casa de mis padres, las llamadas y tonadas subidas de tono, no dejaban de acompañarme. Cansada de todo, apago el celular y desvio el camino a la playa, el aire acondicionado del auto me mantenia al margen del detestable sol medianero. Pero necesitaba salir, debía salir, asi que desciendo, y mirando la blanca arena con las olas golpenado sus orillas marinas decido adentrarme al camino playero. Sin darme cuenta mis pasos me llevan adonde estabas tu, ahi, sentada sobre la arena en la compañia de tu soledad. Temerosa de interrumpir pensamientos, me aventuré a acompañarte en silencio para luego romper la barrera de los sonidos en nuestros labios. La sangre en mis venas empezó a hervír sin sentido -por la cercania-, el negro azabache de tu pelo me cegaba con la luz del sol, ocultándome tu rostro; hasta que tu mirada me buscó, aunque dudosa por mi presencia, me buscó; con el tiempo cada vez que me cruzaba con ello, miraba hacia atras para recordar y volver a descubrir que todo lo que había logrado -si es que era algo- me había sido arrebatado por otro corazón enamorado. Ahora no soy más que un corazón solitario, como un río que no encuentra salida al mar, como un sol al que las nubes no dejan brillar.

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