Rosas

Escuchando la canción Rosas de la Oreja de Van gogh, me hizo recordar la primera vez que vi a mi hermana recibir una rosa de la persona que ama. El momento en que fue comprada y dada sin más. Luego vino a mi memoria cuando esa misma rosa, se quedó sobre la capota de un auto para marchitarse a la vista del que se diera cuenta.

En una de mis salidas a la biblioteca, pasando por la cochera, detuve mi mirada sobre aquella rosa ya marchita. Viéndola muerta sin esperanzas de regresar a la vida, solo ser o creerse presente en los recuerdos de las personas que la arrancaron de su espino, pasar por las manos de la vendedora que la prepararon para ser parte del detalle más romántico que puede dar un corazón.  

No sé si mi hermana perpetúe en algún instante aquel detalle. En su evocación vivirá la rosa floreciente entregada de las manos de su amor, y en la mía se aumentará su cadáver olvidado sobre la capota de un auto azul.

La canción no solo me hizo traer a la vida aquella rosa marchita, sino también la historia de una escritora aficionada, principalmente a la escritora. Una mujer lejana a mi persona, más no de mis pensamientos.

Es interesante cuando una canción es capaz de llevarte a un sinfín de tiempos pasados, acabados en la realidad pero eternos en los recuerdos.