Toma una a una las pocas cosas que quedan para depositarlas en la caja sobre la cama. Se sienta mirando el entorno buscando lo faltante. Al ver el buró, desliza suavemente su cajón; observa el interior, y con una triste sonrisa retira del refugio el álbum fotográfico cargado de felicidad.
Previo a abrirlo, acaricia la superficie, y al mismo paso un inesperado suspiro abandona su alma. Cuando las imágenes comienzan a escurrirse entre páginas y recuerdos, la nostalgia cruza por su corazón. Empieza a doler lo que no debe, eso no lo esperaba, mucho menos le gustó. Está a punto de no comprenderlo, hasta que la cruda razón le dice que es muy pronto para dejar de sentir, la decisión ya estaba tomada.
Antes de partir da una última mirada a todos los espacios vacíos. Nunca se imaginó dejarlo. Abandonar su hogar, donde era libre, donde se refugiaba su corazón, donde reinaba la felicidad. La que creía duraría para siempre, como en los cuentos de hadas. Pero lamentablemente, el ser feliz eternamente no existe. Lo había comprobado duramente, o por lo menos para ella no era así.
Mira el picaporte y antes de girarlo, acaricia la superficie de la puerta. Esa sensación áspera regalada al tacto, no pensó que dolería al traspasar cada rincón de su ser. Pero solo era eso, un dolor hondo y profundo que pronto olvidará, así tiene que ser…Pasará…se dijo….Pasará…Con las últimas palabras de su orgullo, abre la puerta, toma en brazos sus pertenencias, y cerrando tras de sí la blanca madera agiliza sus pasos, uno tras otro sin intención de detenerse a pensar.
***
Las pisadas se hunden en la arena cubiertas por los diminutos granos, mientras los recuerdos animan al olvido a retirarse. Los pensamientos van y vienen llenos de felicidad, provocando dolor; surgía la pena alentando a asomar al orgullo para mezclarse. Era un sinfín de emociones y recuerdos, floreciendo y huyendo sin parar.
Te extraño…
La primera palabra que sale de su boca…Te extraño…vuelve a repetir en su mente. Lágrimas quieren aflorar, y solo una logra escapar de la aún endeble coraza que intenta colocar.
Ha pasado solo meses desde la última vez que esa simple palabra fluyó a oídos cerrados a su voz. Un amago de sonrisa irónica se dibuja en sus labios al recordarlo. La ausencia de dolor o sentimiento parecido a ello no existe, sorprendiéndola de repente. Llevándola a pensar que dé a pocos todo se iría, así como ella lo hizo, así tiene que ser, así debe hacerlo.
Dando una mirada al ocaso frente al mar, decide que es momento de dejar atrás tantas cosas. Del mismo modo que el sol se aleja para dar paso a la luna y a la vez ella cede su reinado en otra parte del planeta. Igual los días pasan sin esperar ningún reparo. Hay que empezar la marcha sin mirar atrás. Será difícil al principio, sin embargo con el tiempo -aunque ya haya pasado un buen lapso- todo quedará como un simple recuerdo, dejando su debida marca en el corazón. ¿Podrá ser posible guardarla bellamente sin la cara contraría de la moneda? Sí, lo era, y era mejor para ambas.
***
Los pasos dejan de ser arenosos y húmedos cuando pasan a los cómodos zapatos que pisan la fría loza del apartamento.
Frente a la puerta saca el manojo de llaves guardado en uno de los bolsillos de su pantalón y antes de abrirla, ingresa la llave indicada en el cerrojo, acaricia la áspera superficie de la puerta y cierra los ojos con un deseo escapando de lo más profundo de su alma.
Al apartar la pulcra madera que resguarda parte de su memoria entre paredes, un olor familiar desborda al antiguo deseo, y quitando el velo carnoso de sus ojos cruza la primera habitación deseosa, sin mirar nada más que otra puerta frente a ella.
Abre aquella nueva posibilidad entre todas las puertas dadas a elegir, mira a la mujer de tantos sueños frente a ella, sentada junto a la cama esperando, con un álbum fotográfico entre sus manos.
El dolor empaña la querida imagen. El miedo entra en su alma y teme estar volviéndose loca. Ella está ahí, tiene que ser… Mi mente no me puede engañar…se dijo.
Por favor…
Las palabras salen suplicantes. Con temor cierra los ojos, eleva su rostro a la techumbre y enjugándose las lágrimas los vuelve a abrir mirando solo su color blanco. Apretando las manos en duros puños, exhala una última palabra a sus anhelos…
Adiós mi amor…. Adiós…
2 comentarios:
La eternidad es un momento de locura que tiene el ser humano cuando confunde el amor con la incondicionalidad...
besos
Vero!! Entiendo tus palabras, pero no para que sea resultado de la historia...ahí sí me perdí!!...
Gracias por pasar!!
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