lunes, 25 de mayo de 2009

                                                                                                                                                                     
Tomo el celular y marco sin demora su número. La primera timbrada hace que el corazón se agite. Cuando la voz responde, decide detenerse; y sin saber en qué momento, reinició o si lo hizo. Mi voz emuló: Hace frío. Las paredes siguen vacías. El blanco de la nieve me da la idea del color que usaré. Es momento de un nuevo tono. El negro me gusta más pero es mejor cambiarlo. Podría optar por otros como el azul…mmm… ¿cómo se vería de verde?... demasiado campestre… No, está decidido, será el color de los copos en invierno. Pulcro, sereno, desangelado. ¿A qué sabrá luego? Una vez esté listo, le arrebataré los lápices a la oscuridad y haré los esbozos.
Al lado del escritorio estarán los labios que ayudaran a las ideas. En el solario los ojos serenos y curiosos, para enseñarme que hay un mundo fuera. Cerca de la puerta los pies y manos que recibirán e invitaran a salir para vivir. El lado solitario de la cama tendrá el cuerpo que acompañará los recesos, y en el techo dibujaré el jardín de los sueños que se formaron antes de que decidieran separarnos…
...El número que usted ha marcado no existe.
Te extraño.
Luego silencio.

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