jueves, 21 de julio de 2011

Una mirada...


Hace frío, tengo frío...He temblado, sudado, llorado pero no por el frío. Me han pasado tantas cosas por la cabeza, buscando, sacando y encontrando tantas otras en mi interior...que sencillamente no sé cómo explicarlo.

Solo sé que mi reflejo en unas simples palabras me hace preguntar, qué demonios estoy haciendo conmigo. Lo peor es que no sé la respuesta o tal vez la sé solo que no la quiero así.

Sé que debo seguir mi camino, armando mi destino sin mirar atrás…más es algo que no sé hacer… el dejar de mirar el pasado…creo que nadie puede dejar de hacerlo…siempre habrá algo que nos llevé allí….Lo malo es que a veces nos llevamos al punto que nos llena de nostalgia, que no necesariamente duele, pero es triste. Y nos hace llorar.

Una vez me puse a pensar en lo que diría si algún día me preguntan qué haría si me dieran la oportunidad de retroceder el tiempo en un momento, solo un día, con su hora….empecé a buscar como loca en mi pasado algún rastro de tiempo que quisiera cambiar…vinieron muchos a mi cabeza…la mayoría desastrosos, aun así los que más me enseñaron…y si hicieron eso, perdería lo que aprendí….así que no, algo razonable en mí no me permitiría cambiarlos.

Entonces me di cuenta que a pesar de mis años ya trascurridos, había pasado por los errores y aciertos que debía según mi forma de caminar. Y al único momento que retrocedería, no necesariamente lo cambiaría, pero sí lo detendría.

México, 25 de junio del 2010, 4 de la tarde, escuela de conservación. Subiré las escaleras apurada, como aquel día, pero mirando el momento en que sus ojos me quedaron viendo mi llegada a ella. Y detenerlo justo ahí, cuando la tengo enfrente y me sonríe. Paralizaría justo ese minuto. Eliminaría a todos, quedaríamos a solas y solo yo tendría el control de moverme –porque sé que ella no me permitiría hacer lo que quiero–. Tendría el poder de mirarla detenidamente, ver mi reflejo en sus ojos, tomar y sentir el calor de sus manos, acariciar su rostro, besar su frente y robarle un roce a sus labios. Todo sin controlar el temblor de mi cuerpo y la fuerza con la que late mi corazón al saberla cerca. Luego la abrazaría como si fuera el primer y último abrazo –a pesar de saber que es así– dejaría que sintiera mi necesidad y me abrace igual, y al momento de decir mi nombre nos golpee con fuerza la lluvia que llegó horas después para así confundir mis lágrimas…y al momento de volverla a mirar con su sonrisa….despertar del sueño real.

Porque sé será así, solo un sueño que en mi mundo irreal es real…y porque sé nunca me dirán: “yo puedo retroceder el tiempo y dejar que lo hagas realidad”…..y porque si llega el lugar no será el mismo, la hora y el día tampoco…y la posibilidad dependerá de lo que logre hasta que vuelva a llegar el día de tenerla frente a mí. Ya que algo en mí me dice la volveré a ver.

En realidad lo único que quiero es que todo vuelva a ser como antes. Lo extraño demasiado.

sábado, 16 de julio de 2011

Al fin y al cabo algo

Para ser sincera no sé qué demonios escribir. Quiero describir un sueño y su significado pero alguien más ya lo hizo…pues de algún modo es parecido…no necesariamente como un sueño. Quiero empezar la carta que enviaré a finales de este año pero no tengo tantas ganas de ordenar mis palabras, es que… suelo ir, venir y retroceder en algo que estoy cansada de repetir y aun así lo hago…no obstante al final de tanto pensar no lo pongo.

¿Hablar de mí?…es cansado…aparte de que no quiero hablar de alguien como yo…sé que soy única como todos, y con una idea o forma de actuar similar en otros casos… Me agrado y desagrado en partes casi iguales…hasta que llego a la conclusión que me quiero más de lo que me puedo desquerer o querer alguien a quien le suelo desagradar…Sí, soy tontamente complicada…

¿Un tema?...hay tantos que se me ocurren ahora, sin embargo tampoco tengo ganas de desmembrar alguno.

Mmmm…el trabajo…ya pronto pasaré a la lista de desempleados…para ser exactos la semana que viene…bueno, no del todo…porque pasaré a ayudar a un amigo con unas cosas personales, no con el sueldo que gano ahora…pero algo es algo.

Tengo sueño. No he logrado dormir bien anoche. Mi hermana trabajó en la computadora hasta la madrugada, y no dejó dormir…Me fastidia el sonido que hace el ventilador del CPU, el teclado, y más en la noche, y peor en días en los que tengo que levantarme temprano para ir al trabajo.

El próximo fin de semana puede que vea a una amiga de la universidad, no la he visto desde que ingresó a su internado. Espero que me contagie un poco de su alegría. Con ella no suelo estar triste, siempre me hace reír…sin saberlo me hace olvidar los problemas por los que puedo estar pasando en ese momento.

Si bien esa última vez no hizo más que incomodarme con algunas cosas…qué le vamos a ser…

A veces me sigo dando cuenta que ha cambiado…ni para bien ni para mal…solo ha cambiado. Eso no me suele gustar…pero es bueno que cambie…
Me estoy adaptando a ello…si ella antes se adaptó a mí sin reclamos y con paciencia –habiendo días en los que se daba cuenta que mejor era no saber qué pasa en realidad por mi cabeza– no veo por qué yo no pueda hacer lo mismo…si antes lo hice sin problemas.

Ya estamos en el onceavo año de nuestra amistad…y aún no sabemos cómo es que seguimos siendo amigas…somos tan diferentes y la vez iguales…un par algo impar pero par al fin y al cabo…

Con ella -desde un punto de vista- sé lo que es amistad. Pude haber perdido muchas otras…más me he quedado con las mejores.
La quiero mucho…aunque siempre se olvide de mi cumpleaños…por lo menos lo recuerda uno o dos meses después…y con suerte…En fin, a pesar de eso no dejaremos de ser amigas…así la distancia o la misma muerte nos separé.

Vale!…No sabía qué escribir, no empecé con un sueño o una carta…pero terminé hablando de mí y sacando el tema de la amistad…Y eso que no quería hacer ni uno ni lo otro…Ya lo he dicho, soy complicada.

Un enredo desenredado



Es ahora que me doy cuenta el por qué me decía que al leerme se veía, porque hoy al leerla también me encontré. Es tan extraño darse cuenta de ello. Si antes no lo entendía ahora lo comprendo, pero aun sigue siendo difícil de explicar.

Las palabras nunca bastaran para expresar un sentimiento. Se enredan, lo sé. No sé usar las palabras para exponer lo que siento y he entendido. Puedo disfrazarlas en historias, canciones, poemas o simples palabras sin sentido.

Aunque logre encontrar la exactitud de ellas, no serán suficientes. No para ella ni para mí. Porque ambas sabemos que no hay palabras que puedan conquistar un corazón ya conquistado ni crear interés en un desinterés, ni reanimar al amor cuando a las cenizas se las llevó el viento, ni buscar lo que no puedes encontrar, solo sentir.

Ni siquiera poder definir lo que es amor cuando él mismo no sabe definirse, solo existir.

Es hoy que tengo miedo de seguir leyendo y no puedo dejar de hacerlo. Así la sepa perdida para mí, en cada palabra suya –que a la vez sin que lo sepa son mías– me gusta encontrarme; hallar nuestra alma entrelazada en un mismo sentimiento sin definición.

¡Qué extraño masoquismo! ¡Pero qué hermoso saberse enamorada!

Si bien seguirá preguntando el cuándo, el cómo y el por qué…mi respuesta seguirá siendo “el amor no tiene preguntas ni respuestas…yo no lo busqué simplemente nació en mi alma, lo acepto…y no espero que lo hagas tú”

sábado, 9 de julio de 2011

IRREMEDIABLE

Solas en la habitación. Yo inclinada en la puerta cerrada tras de mí y con los brazos cruzados; ella sentada en la cama, envuelta en ese silencio aprendido que tanto detesta en mí. Sus manos nerviosas juegan entre ellas sin saber a qué. Siento su frustración uniéndose a la mía, y no sé si acercarme o darle esta distancia; dejarla pensar en sus palabras mientras repaso mi discurso tontamente ideado para romper la muralla que construyó.

Deja la cama y se acerca a la gran ventana que nos muestra el ocaso cada tarde. Otro que, al parecer, volverá a pasar desapercibido, uniéndose a los que dejamos de admirar juntas desde nuestra extraña separación.

Recuerdo el día que decidimos comprar el apartamento; la inmobiliaria logró mostrárnoslo una tarde en la que conseguimos ubicar un hueco en nuestra agenda de trabajo. Entramos a la habitación y lo que dominaba más era esa ventana. Nos acercamos para mirar el pequeño paisaje urbano y nos topamos con el más maravilloso ocaso de primavera. Con ella entre mis brazos fuimos testigos de la muerte del día y la resurrección de la noche. A ambas nos gusta el crepúsculo, ser espectador de su singular diferencia en los días de cada estación. Así como lograr definir –no solo por las fechas–, en el color del cielo el cambio de estación en un continente en el que no son tan marcados. Una manía que no pensé encontrar en nadie y que a ella encantó.

Me aparto de la puerta y acerco a ella. Sin palabras optamos por no dejar pasar este atardecer juntas, aunque sea una al lado de la otra, sin tocarnos.

Me muerdo el labio aguantándome las ganas de abrazarla. Tomo el marco de la ventana mientras mi mano, cerca a la suya, se cierra en un puño esperando.

- Estás sangrando.

Mi mirada se había perdido en los colores del día marchándose y en la imposibilidad dominante, que cuando sus palabras llegan me regresan a una realidad que deja de ser igual.

La veo frente a mí con un paño húmedo en alcohol limpiando delicadamente los resquicios de sangre en mis labios. El sabor a sangre me pasó desapercibido con la contienda que me impusieron las ganas. Hasta el hincón de dolor desapareció cuando sentí sus manos curándome y vi sus ojos preocupados atentos a mí.

Quiero hablar pero olvidé el discurso. No sé qué decir. Deseo abrazarla y es lo que hago. Frente a la ventana las dos en un abrazo necesitado. Cierro mis ojos para solo sentir. Sus latidos son tan fuertes que los puedo escuchar, ¿o son los míos?, no lo sé.

No sé cuánto tiempo ha pasado en este abrazo. La habitación está casi a oscuras, las luces de los faroles entrando por la ventana la llena de pálidas sombras. El inesperado tráfico en la calle interrumpió un instante al silencio, y si no fuera por este abrazo no me hubiera percatado de su sollozo. La aparto para ver su rostro que no me quiere mirar, con mi mano en su barbilla delicadamente lo elevo, sus ojos me hicieron sentir su tristeza, limpio sus lágrimas con mis manos y besando su frente le digo:

- Todo estará bien.

Se aleja de mi protección para hundirse en la oscuridad que le ofrecía las cortinas de la ventana. Pero parte de su perfil se ve iluminado por la luz de la luna, cuando se acerca a mirarla. Ese cambio repentino me desconcertó. En un momento creí que las cosas se estaban arreglando, o por lo menos estábamos llegando a algo.

Tenemos que terminar.

Las palabras que le siguió a su alejado silencio me cayeron como un balde de agua fría. ¿Qué ha pasado? Tuve claro que terminar la relación, minutos antes, no era una opción, o esa siempre la fue y no me di cuenta.

¿Terminar, qué?

Necesito entender su definición. Muchas veces habíamos puesto fin a nuestro noviazgo por tontos celos.

- Terminar nuestra relación o lo que llamamos relación.

Esa fría terminación no la esperaba. Me acerco impaciente sin importarme nada, tomo sus hombros y la giro para que me lo diga de frente. Igual sigue teniendo la ventaja de la tenuidad de la luz en la habitación.

¿Por qué?

- Y todavía lo preguntas…Yo… ya no puedo más. No quiero seguir así.

- Yo tampoco puedo…No quiero seguir esperando a tus ganas de hablarme, una migaja de tus atenciones, un espacio en tu tiempo, no lo quiero más.

De pronto expulsa mis manos de sus hombros, sus ojos a la luz se tornaron fríos y se aleja sin dejar de mirarme fijamente.

¡Já! Jamás pensé que llegarías a ser tan descarada, Andrea.

- ¿De qué hablas?

- No te hagas la víctima, la que debería reclamar por migajas soy yo. Pero no lo haré porque sabía muy bien a lo que me atenía cuando decidí formar una vida contigo.

Me cansa esta vaga oscuridad. Enciendo las luces molesta para enfrentar los reproches sin ocultarnos más.

- ¡Pero qué demonios!... ¿Acaso esto era un reto?

- No seas ridícula.

- ¿Qué quieres que piense con lo que me dices?

- Sabes de lo que habló…y no me vuelvas a decir que no entiendes.

Cansada me siento en la cama y sin poder hacer más bajo la mirada. Fue entonces cuando entendí lo que pasaba. Tan ciega estaba que no había visto el problema. Tanta cavilación sin sentido, tanto tiempo perdido, dejando ir tanto amor por el escusado.

- Me pediste paciencia y tiempo porque no sabias cómo decirme adiós.

- Nos hemos lastimado mucho. ¿No crees que es mejor dejarlo así?

Su pregunta no tiene respuesta para mí. Quiero llorar pero algo no me deja. No sé lo que siento.

Escucho sus pisadas acercándose, se sienta a mi lado y tomando una de mis manos me pide mirarla.

- Andrea, mírame…es mejor que aclaremos las cosas ahora. Para mí también es difícil…Mírame, por favor.

El calor que siente mi fría mano en la suya me lleva al día que me pidió ser su novia. Un día difícil para ambas, estábamos llenas de dudas y miedos. Era la primera vez que yo tenía y formaba una relación, y para ella el segundo intento de formar algo sólido. Pues me dijo que yo era especial, que se enamoró de mí en el instante en que me vio, que le gustaba mi forma de ser; que era un encantador enigma, una caja de pandora que guardaba la ansiada esperanza de ser feliz.

Le rio por dentro a la ironía. Al parecer esta caja ya no posee la felicidad para ella. Al parecer mi destino es incompleto cuando se trata de amor. Al parecer… yo me tengo que quedar siempre amando sola.